Petro: ¿Patriota o Estratega Exguerrillero? El Costo de una Reforma Tributaria Encubierta
1-La brújula que guía las decisiones del presidente Gustavo Petro no parece ser la de un patriota comprometido con el bienestar de su nación, sino la de un estratega avezado en tácticas de shock, propias de su pasado como guerrillero del M-19. Esta perspectiva explica, en gran medida, el creciente aislamiento que experimenta. Lo que se disfraza como una medida fiscal anticipada es, en esencia, una reforma tributaria camuflada y altamente perniciosa, con consecuencias devastadoras para el tejido económico y social de Colombia.
2-El "pago anticipado" del impuesto de renta de 2026, a ser cobrado en 2025, no es una simple reestructuración financiera; es una maniobra para ampliar drásticamente la base gravable y disparar las tarifas de retención en la fuente. Estamos hablando de duplicaciones, triplicaciones, e incluso cuadruplicaciones de estas cargas fiscales, golpeando indiscriminadamente a todos los niveles de la actividad económica.
3-Esta medida golpea con particular dureza a la columna vertebral de nuestra economía: los empresarios, grandes, medianos y pequeños. Las erogaciones inesperadas de capital, completamente ajenas a cualquier planificación de flujo de caja, los obligan a desviar recursos vitales. El flujo de caja no es solo una cifra contable; es el pulso de la empresa, la guía indispensable para su supervivencia. Al verse forzados a consumir líneas de crédito destinadas al capital de trabajo y a renegociar nuevos empréstitos, se genera una incertidumbre que asfixia la inversión y el crecimiento.
4-El ingrediente más indigesto de esta reforma tributaria "fuera de tiempo y sazón" es la pretensión de gravar en 2025 ganancias presuntas de ventas que aún no se han materializado en 2026. Es un acto de desesperación gubernamental, una analogía económica perversa: es como si alguien se endeudara hoy para irse de vacaciones, prometiendo pagar con salarios futuros que aún no ha devengado. La irresponsabilidad es flagrante.
5-La inyección anticipada de 7, 14, o incluso 21 billones de pesos en las arcas del Estado, sin una contrapartida real en la producción de bienes y servicios, es una receta infalible para la inflación galopante. Mayor circulante sin un incremento proporcional de la oferta se traduce invariablemente en un aumento de la demanda artificial que empuja los precios al alza, erosionando el poder adquisitivo de todos los colombianos.
6-Las consecuencias de esta política se manifestarán en cada eslabón de la cadena productiva. Imagine al campesino que, al ver su retención en la fuente incrementada, se ve forzado a subir el precio de su producto. Este aumento se propaga, encareciendo el costo final para el consumidor. Desde el productor hasta el transportador, el intermediario y el tendero, todos trasladarán el sobrecosto, culminando en el hogar del consumidor final.
7-Para una familia que subsiste con un salario mínimo, la realidad será brutal. Se verán obligados a reducir en un 25% el consumo de alimentos básicos entre junio y diciembre de 2025. Menos panela, arroz, chocolate, café, leche, plátanos, yuca, bananos, papaya, naranjas y piñas.
8-Pero el efecto más inhumano de esta política se sentirá en la salud de los más vulnerables. La drástica disminución en la ingesta de nutrientes esenciales debilitará el sistema inmunológico de los niños, la esposa, los ancianos y las personas con discapacidad. Esta fragilidad los dejará a merced de virus oportunistas, en un contexto donde el sistema de salud ha sido devastado y el acceso a medicamentos es precario gracias a las decisiones del mismo gobierno. Las consecuencias de esta estrategia no son solo económicas; son un atentado directo contra la calidad de vida y la salud de millones de colombianos.
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