Gerardo Jurado Ciro
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@Gjuradociro
---“Gracias a Dios, a las abuelas y al Alcalde Monroy, tendremos otra vez los alimentos que hoy están necesitando las familias desplazadas de Valleazul” ---pensaba reconfortada Susana---. Una amiga le había prestado un pequeño tubo con pintura labial, crema de manos, un residuo de polvo y un poco de perfume. Planchó su vestido de calle, limpió los zapatos, se puso medias veladas, se cepilló el cabello, se ajustó la cola de su cabello y utilizó la última gota de crema dental. Se aseguró de que llevara su cédula y las monedas de cien pesos, y se dirigió hacia el supermercado de Marco Antonio Núñez.
--- ¡Susana! ¿Qué te puedo ofrecer?
---Un vaso con agua; mil gracias.
---Supongo que vienes a averiguar por el puesto ---le manifestó, sorbiendo su agua aromática y mirándola con una expectativa inocultable.
---Si señor.
---Susana, tengo buenas noticias para ti ---le dijo asumiendo una actitud inflada de importancia---. Te ofrezco un puesto cómo vendedora de mostrador, con jornadas que rotarían cada semana; te podría pagar el salario mínimo, más las prestaciones sociales de ley.
---Me interesa.
Entonces Núñez recurrió a una de las enseñanzas de Brummell. “Para tener éxito con las mujeres deben tratarse a las sirvientas como duquesas y a las duquesas como sirvientas”.
---En ti encuentro un don especial; posees una desenvoltura al andar que te hace única. ¡Podrias recibir fácilmente el doble o el triple o quizás cinco veces el salario mínimo!
--- ¿Cómo?
---Si aceptas compartir conmigo el garbo que tienes, te podría colaborar más ---le manifestó, asaltado por un fiero ataque de engreimiento.
---No sé cómo podría compartir con usted mi elegancia y desenvoltura.
---¡Viajando conmigo algunas tardes a la finca!
--- ¿A la finca?
---Sí! Allí dedicaríamos el tiempo en montar a caballo, a nadar, a jugar al fútbol con el balón que me mandó Kaká, a caminar por el sendero ecológico, a saborear la comida regional y a degustar paisajes de ensueño. Podríamos bajar a la taberna del pueblo, tomarnos media con los socios para cuadrar los cuentos, e ir después a la fonda de Emiliano. Las fiestas ahí son maravillosas. Y te cuento: soy dueño de la mejor discoteca de la región; enriquecida con la música que me han obsequiado, Shakira y Juanes, la que he enriquecido con joyas de los años setenta, incluyendo la bailable. A más de esto, si te atraen los buenos tragos, poseo una variedad de vinos chilenos, argentinos y franceses; pues, el refinamiento de los nietos de Neruda y la deferencia de Maradona y la exquisitez de los sobrinos de Sarkozy, me mantienen surtido.
---En mi condición de mujer casada no puedo acompañarlo, pues, podría resultar lesionada, al ser alcanzada por las habladurías desatadas en el barrio. Siempre somos las mujeres, quienes hacemos todo el gasto moral. Estoy halagada. Pero tomé la decisión de mantener una relación de pareja, estable y honrada. Protegida por la fidelidad y la lealtad. Y me prometí no satisfacer mis necesidades económicas oficiando a modo de amante de ocasión.
---¡No! ¡No! ---le expresó Nuñez, sintiendo que empezaba a ensoberbecerse---. Tú no estás en condiciones de rechazar aquello que de manera tan generosa estoy ofreciendo. Lo hago porque te encuentro diferente a las otras mujeres. Porque te veo más fina. Más hermosa. ¡Y porque te veo más buena! En estas circunstancias siempre me apoyo en Ovidio: "El lícito no me es grato; el prohibido excita mi deseo”.
—Gracias, señor Nuñez. Yo no tengo tan vastas lecturas, apenas retengo algunas frases que le he oído a Sebastián, entre ellas, una de Eliot: "Quien nunca ha tenido una almohada, no la echa de menos".
---Te voy a repetir a Ovidio: "Aunque las mujeres lo negaran o no lo aceptaran, siempre quieren que se lo pidamos". Yo estoy facilitando las cosas; te estoy acortando el camino; a todas las que deseen estar conmigo, les toca esperar.
Susana disimuló su temblor y se agarró de las palabras de Jean de la Bruyere: "No debemos quejarnos de los hombres por su rudeza, su arrogancia, su amor a sí mismos y de que ellas permanezcan en el olvido". Yo los acepto así por ser hechos de ese modo. Tal es su naturaleza. Irritarse contra ellos es como censurar a la piedra porque cae o al fuego porque quema.
—Señor Nuñez . No he descendido tanto. Pese a ser pobre he sido honrada y quiero conservar mi dignidad. Sé que la fortuna es como una rueda de Chicago. Gira y gira y gira. Nunca nos deja mucho tiempo en el mismo lugar. Hoy la rueda nos obliga a establecernos abajo; quizás mañana nos ubique en el lado izquierdo, y tal vez al día siguiente nos eleve hasta la cima; sin embargo, mi situación particular, por ser precisamente una mujer felizmente casada, se corresponde con la de alguien que está en la cima. Pero que al cometer una imprudencia y abandonar su sitio en el ascenso, y colocarse por su propia voluntad en el descenso, la rueda lo puede bajar hasta la mitad, para después lanzarlo al abismo.
—-Tu marido trabaja como cacharrero de quinta, estafando a la gente, vendiendo celulares robados y equipos de sonido inservibles. Con el dinero que te estoy ofreciendo, equivalente a cinco salarios mínimos, podrías arreglar bastante bien tu situación económica.
Al escuchar estas palabras y con él firme propósito de no abandonar sus buenas maneras, Susana rememoró una de las frases de Voltaire: "Perfeccionamos, ocultamos y dulcificamos el carácter, pero el carácter no depende de nosotros; si así fuera, todo el mundo sería perfecto”.
---Los hombres nacen listos con el poder para elegir y las mujeres para rechazar". De las cosas buenas que nos dejó la revolución sexual de los años setenta, fueron las enseñanzas para rechazar las propuestas atrevidas de los hombres. Acuérdese que en el año 1800 el mundo tenía 510 millones de mujeres; y ese número creció a 3.640 millones en el año 2016; las mujeres aumentaron 7.14 veces en 216 años. Ese crecimiento femenino coincide con el advenimiento de ésa era industrial que sacó a la mujer del hogar y la colocó en las cadenas de producción, esto es, al alcance del acoso sexual de los hombres, sin haber aprendido a cuidarse de los embarazos y de la presión persistente de ellos. Entonces déjeme ejercer el poder que tengo de rechazar su ofrecimiento. Por otro lado no quiero poner en peligro mi hogar. Está compuesto por una familia humilde, pero la adoro. Amo a mi esposo, a mis hijos y deseo preservar mi matrimonio. Yo escogí este camino. Nada es gratis, señor Núñez. "Si te gusta tener canoa grande, tendrás que remar duro para que ande”.
—Susana. Estás tomando un camino sin alicientes; sombroso; lleno de huecos negros; donde tú lo das todo y no recibes nada; te estoy invitando a compartir mi mundo. ¡Qué es un mundo de abundancia, lujos y comodidades!
---"No tener la misma riqueza, no es lo que separa a las personas, sino carecer de los mismos valores". Muchos nacemos para luchar y ganarnos un lugar en el mundo; muchos nacen y sin luchar ya tienen un lugar asegurado en la sociedad; somos bastantes los que no heredamos nada pero adquirimos mucho batallando; que es la tarea más reconocida y premiada porque la vida es esencialmente lucha; otros heredan bienes y apellidos pero los despilfarran y derrochan; los que heredan y no luchan son almas inertes; los que en vez de heredar adquirimos, somos almas activas. Ortega y Gasset, define a las almas activas como almas nobles; lo que significa que la nobleza es ganada y jamás heredada. Sé que mi mundo es descalzo y falto de muchas cosas; lleno de privaciones y sacrificios; pero compensado con un buen matrimonio, con el sosiego que se deriva de los hijos, con la satisfacción de sentirme una mujer honrada, y, sobre todo, con el hecho de llegar a la casa y mirar a Sebastián y a los niños, sin sentir sobre mí su dedo acusador.
—Susana: algunas mujeres casadas para llevar una existencia decente, tienen que vivir doble vida; por las tardes alquilan su cuerpo, absteniéndose de entregar su amor del espíritu y del alma; éste permanece en la casa, asido del pecho de un marido pobre...; sólo venden, pues, el amor del cuerpo; puro amor líquido, como dicen ahora. Porque un marido sin poder salir del laberinto de aquellos que fueron desplazados por la violencia, vendiendo celulares robados, pegado del periodismo de opinión, y extraviado en la economía informal, sólo produce hambrunas que matan.
---"ÉL clavo que sobresale siempre recibe un martillazo". A mi esposo lo critican porque está saliendo a flote como líder social. Jesús, por haber derrocado un imperio corrupto; y por haber cambiado el curso de la historia; y por haber hecho látigos para descargarlos sobre los escribas y fariseos que llenaban el templo; y por haber caído en manos de los sacerdotes; y por haberse desplomado al pie de un procurador inepto como Pilato; y por haber sido abucheado por el pueblo que tantas veces lo escucho y aplaudió, sufrió martillazos en manos y pies, y corona de espinas. Y si eso le ocurrió a Jesús, el más grande entre los grandes, qué no le puede suceder a un líder campesino, ¿cómo Sebastián Alcalá? En épocas de Jesús el mundo tenía 100 millones de mujeres; ese número creció despacio y llegó a 160 en el año 1000; a 510 en el año 1800 y a 3.640 millones en el año 2016. A los sistemas educativos y a las mujeres nos cabe la responsabilidad de moderar el crecimiento de la humanidad en los próximos años; porque no sabemos si el agua, la comida y la energía, vayan a tener capacidad para satisfacer la demanda de 10.000 millones de almas; y una manera de moderar esa explosión demográfica, es ejercer el poder que tenemos las mujeres de rechazar las propuestas atrevidas de los hombres.
---El que se echa encima una cruz, sobre ella muere crucificado; el liderazgo social hay que dejárselo a los curas que leen mejor un discurso político que los evangelios.
---Sus condiciones equivaldrían a someterme a una prematura pérdida de valor, no porque lo considere un hombre tóxico, sino porque violé mi propio código moral. Esa decisión generaría el marchitamiento de mi cuerpo y la reducción consecuente de mi valor intrínseco ---"si no quieres que lo sepan los vecinos, no lo hagas"---. Pues, empezaría a salir con otros hombres; y no a sus fincas sino a hoteles de cinco estrellas; y después a moteles suburbanos; y luego a residencias para amantes de paso; y al final a piezas de medio pelo. Y ya totalmente devaluada, sola, abandonada y sin recursos económicos y físicos, tendría que buscar un lugar en la calle larga, donde pudiese caminar de minifalda muy arriba de las rodillas, mostrando mis piernas varicosas, mi cara con los colores de un jubilado payaso, el hinchazón de mis nalgas usadas por todo el vecindario, y apenas los rastros melancólicos de un par de tetas descolgadas, secas, tristes y carentes de sensaciones humanas.
--- ¡Te estás situando en el peor escenario! ¡Las cosas en la realidad, no son así!
--- ¡Son peores señor, Núñez…!
--- ¿Por qué?
—-Porque cuando se marchite mi cuarto de hora y con él se haya ido todo el encanto efímero, sólo seré una verruga gris en el cuerpo social; pues, la belleza de las mujeres suele consumirse con el uso, pero más con el abuso, justamente como la luz de los bombillos; y aunque a modo de éstos alumbra mucho al principio, igual es fungible y suele apagarse rápido. Del bombón muchas veces chupado no sobrevive sino el palillo; de los árboles talados apenas perduran las raíces regadas en la campiña; de aquellos listones convertidos en carbón no quedan sino las cenizas. Yo puedo reponer el vestido o el suéter o los zapatos, pero, no puedo reponer, belleza, frescura y lozanía. Cuando apenas sea un chispazo de beldad, sólo una ráfaga sexual, un montón de grasa, casi líquida, puesta sobre un montón de huesos oxidados, me convertiría en la primera trabajadora sexual mal armada y sin capacidad para atraer y encantar. Tendría entonces que resignarme a verter en cada lágrima una porción de arrepentimiento por mis equivocaciones. Señor Nuñez, ¡No quiero eso! ¡Definitivamente no!
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